Legitimidad democrática y diseño institucional. El requisito de la buena reputación personal para la transición en México

La transición de un régimen autoritario a uno democrático supondría la modernización de su política. Entre otras características, que para su gobernabilidad la nueva legitimidad pasaría tanto por su origen electoral como por el imperio de la ley en su gestión y la inclusión de la participación ciudadana en ella. Si bien en el caso de México, este supuesto tiende a ser válido, una característica que aparece presente en las nuevas instituciones que han acompañado el cambio democrático, así como en otras que a propósito de éste se han reformado, es que se considera necesaria la posesión de atributos personales específicos para los funcionarios públicos titulares de ellas, incluyendo la de buena reputación, la cual puede referirse a cualidades morales como la honradez, así como al prestigio o buena fama vinculada con una causa o agenda, o también a la especialización en la materia o ramo de la política pública correspondiente. Esto resulta en una paradoja: la modernización política se halla vinculada a un atributo premoderno: la centralidad del líder y su personalidad como garantía de capacidad de gestión, de la credibilidad institucional y de que no se incurrirá en actos ilegales desde el servicio público. La ponencia responder al porqué de esta cualidad de la transición, cómo se instituye y cuáles son las modalidades o variantes que ha venido adquiriendo el atributo de la buena reputación en el diseño institucional de los años próximos previos a la transición y los posteriores. Para ello analiza y compara los requisitos para los nombramientos de los titulares de los siguientes organismos: cuatro autónomos, INE, CNDH, INAI e INEE; así como cuatro desconcentrados, ASF, Conapred, Inmujeres y Cofetel. Un análisis comparativo de las variables de selección e ingreso a las titularidades de éstos permitirá reconocer que hay un patrón en el diseño institucional: que hay una alta correlación en la buena reputación con el hecho de no tener una militancia partidaria e inclusive con la de no haber sido funcionario público, al menos recientemente. Otra, que deja de ser una decisión exclusiva del presidente y está condicionada o determinada por el legislativo.

Héctor Villarreal /Universidad Autónoma Metropolitana