Derecho a la paz, la memoria y la verdad como condicionantes para el derecho electoral
Las elecciones en México han sido un suceso político social, que ha generado una especial consideración del logos y del pathos mexicano ¿tenemos trágicamente el gobierno que nos merecemos? Para analizar dicha emotividad política, la ciencia del derecho no alcanza, requerimos de un poco de sociopsicoanálisis, de antropología, de filosofía social. Porque al final tendremos que generar una catarsis que nos lleve a constituir una memoria de nuestra incipiente vida democrática, porque eso es performativo sobre el futuro y es uno de los componentes de la urgente pacificación que este país necesita. Mucho se ha escrito sobre la matriz social de las instituciones públicas, pero sigue siendo un misterio, al menos en México, la desconfianza generalizada hacia ciertas instituciones, sobre todo en el ámbito electoral , considerando sobre todo el fuerte gasto que se realiza cada año para poder apuntalar su labor. Las respuestas podrían estar en otro lado. Es claro que las instituciones se legitiman en el trabajo que realizan, pero también es verdad que cada vez es más necesario generar canales de comunicación con la sociedad para dar a conocer el propio trabajo . Ahora bien, si nos enfocamos a la labor que desempeñan en particular los tribunales electorales la cuestión se vuelve aún más delicada, la esencia contramayoritaria de quien administra justicia, origina que la respuesta tenga que estar aún más argumentada. Una argumentación ciudadana y transparente, ayudaría en gran medida, pero son los tribunales los que comúnmente utilizan un lenguaje enredado y los abultados documentos que reportan su trabajo no favorecen en mucho un acercamiento con la sociedad.
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