Los aficionados al futbol y su 'aguante' al sistema

En años recientes el fenómeno de la violencia en el fútbol ha tomado una relevancia importante dentro de la esfera de la seguridad pública. Mucho se ha hablado al respecto, tanto del mal accionar de los grupos de aficionados que incurren en estos hechos violentos que desprestigian y perjudican el espectáculo deportivo y a las familias que asisten a éste; como de las autoridades del fútbol que hacen un poco o nada para terminar con este mal que aqueja al fútbol. Los calificativos descalificativos y estigmatizantes abundan, basados en el miedo a que lo desarrollado en otros países como Argentina o Inglaterra llegue a nuestro país, pero la explicación de tal fenómeno debe realizarse profunda y concienzudamente, procurando alejarse de estas explicaciones superficiales. Se debe comprender el porqué del comportamiento de estos aficionados y porqué el fútbol ha sido el escenario para el desarrollo de este fenómeno. Dentro de toda la gama de deportes existentes en el mundo, el fútbol es único en el mundo, un espacio ideal de conflicto entre grupos sociales que pretenden imponer su hegemonía unos a otros, donde construyen una propia identidad y se crea un complejo proceso de formación de las imágenes “otros” y “nosotros”. Es en este escenario donde ingresan los aficionados conglomerados conocidos en el mundo futbolístico latinoamericano como barras o hinchadas, que se diferencian de los otros aficionados porque en conjunto cuentan con cierta lógica llamada la ‘lógica del hincha organizado’, donde destaca que el partido es la ocasión de un enfrentamiento ritual entre unos y otros que en ocasiones puede transformarse en un choque físico. Este aspecto del enfrentamiento ritual entre grupos de aficionados rivales está regulado por el ‘aguante’. ¿Qué es? El aguante, según el sociólogo argentino Pablo Alabarces, es la premisa básica que debemos comprender el movimiento, como una forma de aguantar en todos los aspectos que conciernen al entorno futbolístico, en el sentido ‘macho’, preparado para defender su honor, el honor de su barra y el de su equipo. Como se mencionó, el aspecto violento tiene una intención, desvirtuada muchas veces por la intervención de la policía, institución del sistema capitalista y opresor, que se ha ido desprestigiando poco a poco por ser señalada como la culpable de que estos choques violentos ‘ritualísticos’ se desvirtúen y aumenten más la estigmatización a la que se ven sometidos los grupos de aficionados.

Víctor Larios González /Universidad Autónoma de Querétaro
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